martes, 2 de marzo de 2010

Mañana

Mañana florecen las habas según el milagrero... floreceré ego quoque? Chi lo sa...

viernes, 5 de febrero de 2010

La Tarantela



Hace poco leí en LaMaquina que nos había dejado el gran Sergio Beser. No voy a ser pesado y repetir lo que ya muchos han hablado de él en tantos panegíricos, tan sólo decir que nunca olvidaré sus clases: su explicación del baile de la Tarantela para conjurar a la temible araña, aquella otra vez que pidió a una alumna que le comentase el Elogio de Carlos III y a la chica le dio por reir y él reaccionó diciendo "No sé si sabrá usted (eso sí siempre de ud.) algo del siglo de la luz... pero, desde luego, es usted encantadora" o cuando nos sugirió a unos cuantos que le hiciésemos un estudio sobre La Fuente de la Edad de Luis Mateo Díez (sin bibliografía) que nos descubrió todo el submundo de la emputecida urbe romanizada y el variopinto paisaje de La Omañona.
Aquellas mañanas de 1989 cuando dábamos clase en la Facultad de Derecho (en la de Letras no había sitio, cosas del baby boom) que concluían con él, de pie, cigarrillo en la comisura de los labios, recogiendo sus carpesanos y diciendo "Si alguien va para Girona que lo diga que le llevo, que tengo clase allí ahora." y uno salía entre medio dormido y medio maravillado de que por fin alguien le había hecho ver que Bécquer no era tan cursi y que uno podría encontrar romanticismo en El Jarama.

Por todo eso y por saludar siempre, ya fuera en el pasillo o cuando nos cruzábamos por el pueblo y a pesar de haber pasado veinte años nunca olvidaste que aquel "aficionao" había sido alumno tuyo:
Gracias Maestro.

martes, 26 de enero de 2010

La cueva




Querid@s

Sigo en ella, como un armadillo, sigo con planes dentro de otros planes, como me enseñó mi viejo mentat, soñando con pilotar al agujero sin fin para volver algún día renacido, como Kara Thrace, sin que nada o nadie me importe o simplemente fingiéndolo, soñando con cruzar la chapa'hai para viajar lejos, muy lejos, hasta las raíces del propio mito, soñando con que el sonido inconfundible de esa vieja caseta de policía inglesa traiga al Doctor Who de nuevo para solventar lo imposible...


Ni el ocio ni el negocio son excusa pero que quiere que le diga... estoy aplatanao y cuando no lo estoy no me dejan, así que estoy cargándome de razones para perder la razón sobre el papel o sobre la pantalla para cuando llegue el momento justo (ese en el que las habas florecen fuera de su tiempo) vomitar sin piedad ni perdón, ni honra, ni justicia, ni un triste babero, desde el más remoto abismo terrenal como decía aquel lobo estepario.

Ahora me despido, que me espera mi bienamado descafeinado con sacarina: qué bello es vivir aunque sea calvo.