Muchas veces me pregunto, como un viejo cascarrabias, qué demonios está pasando con la educación, y no me refiero a la cultura básica que ya hace tiempo que amenaza ruina, sino al simple hecho de saber comportarse, al simple hecho de saber estar y moverse en la tribu que nos haya tocado por azar.
Recuerdo un poema de J.A. Goytisolo titulado Quiero todo esto y parafraseándolo yo también diría lo que quiero y lo que no quiero:
- Quiero que me respondan cuando entro en un lugar y digo buenos días, buenas o un simple hola.
- No quiero tener que ceder el paso a alguien que vaya por su izquierda en lugar de por su derecha (sin matices políticos) a no ser que se trate de una embarazada, una persona mayor o un niño que aun se encuentre en el bendito estado de inconsciencia de los 5 años.
- No quiero que ningún imbécil se atreva a entrar antes de dejar salir.
- No quiero que mis vecinos de arriba armen fiestas bailando el venao porque les sale de ahí y aunque jamás lo fui siento que acabaré siendo profundamente xenófobo.
- Quiero que se prohíban los móviles con altavoz porque no tengo ninguna necesidad de escuchar tu maldito merengue (lo advertí antes, acabaré siendo lo que no era).
- Quiero que me den las gracias cuando le explico a la tía de al lado en el gimnasio (por muy buena que esté) cómo funciona la cinta de correr.
- No quiero tener que dar las gracias al cretino que me vende un billete de tren (o cualquier otra cosa) y ni saluda, ni mira, ni habla… sólo con esos pequeños detalles me conformaría y podría ser, al menos, un poco más feliz.
Quiza simplemente debamos admitir que, nuevamente, somos decadentes.
Qué asco.