lunes, 10 de agosto de 2009

Interruptus

Lamentablemente tengo que interrumpir mi silencio, la semana pasada osé ver un producto vomitivo en A3 titulado Imperio y sus efectos eméticos me estaban acuciando a soltar esta breve miasma:
El guionista de tamaña falacia tendría que ser humillado, sodomizado, decapitado y empalado y no necesariamente en ese orden.
Sólo puedo añadir que cada vez es más necesaria la eugenesia en los guionistas de miniseries televisivas.
Me despido a lo Wolfman Jack y vuelvo a mi banana split imaginario.

viernes, 31 de julio de 2009

Vuelva usted en septiembre.


Vamos con estereotipos: un anuncio con una supuesta funcionaria en ventanilla que le recuerda al administrado que le hace falta un documento (seguramente por enésima vez dado el tono de voz) y el individuo le responde que se purgue. Ni somos tan malos ni estamos tan necesitados de purgas, yo personalmente tengo una intensa vida intestinal y no por descargar más o menos, si me viene un presunto pesado, le voy a tratar mejor o peor.
Lo francamente punible es el canibalismo. Ese superior y/o compañero camarada donde los haya que espera justo al último chasquido del segundero para colarte un marron de última hora. Hoy es viernes, final de mes, inicio de vacaciones merecidas (o no, que sea el altísimo quien lo dirima) y no faltará el que no aparece en todo el día, en toda la semana, en todo el mes e incluso en todo el año para colarte algo urgente y mortal de necesidad, alguien tendría que explicarle que antes en la secundaria había una excelente asignatura llamada filosofía que te explicaba la diferencia entre lo contingente y lo necesario.

Lo siento, también soy contingente… vuelva usted en septiembre.

lunes, 20 de julio de 2009

Miscerráneamente


Esta mañana entré en la zona crepuscular durante un par de minutos, abrí el armario, tomé unos pantalones y me los quede mirando, no los reconocía como míos, en fin, me los pongo, pues... (¡umpf!) me entran, me los abrocho, me quedo pensando y salgo de la zona crepuscular…ah ya sé, me los compré hace tiempo pero me había equivocado de talla y claro los abandoné por vagancia de ir a cambiarlos. No está mal, son cinco tallas de diferencia.
A otra cosa mariposa : hace poco me encontré en la tesitura de acudir a un tribunal de oposición. Como todos sabemos en los tribunales de selección existe la mitificada entrevista de adecuación del aspirante al puesto de trabajo. Hombre, no quiero ser tremendista y decir que eso es una pérdida de tiempo, pero de ahí a inferir que se puede saber si una persona es válida o no para lo que tenga que hacer me parece que, en todo caso, sería muy pobre juzgarla en un cuarto de hora escaso. Sobre todo por esas preguntas sacadas de no se sabe qué manual de psicología como por ejemplo: ¿Qué puede aportar usted al trabajo al que opta? Aquí se suele responder (y se obra juiciosamente si se hace) que si experiencia, que si capacidad de trabajo, que si conocimiento… pero uno también piensa y le dan ganas de soplar al oído del pobre pollo así por lo bajini -oye tío, si quieres di que aportarás un paquete de galletas o flores…. Y es que uno también piensa y sobre todo se lee el currículum que ha aportado el individuo y se da cuenta que el tipo lleva diez años haciendo lo mismo de una manera excelente aunque sin plaza fija. Así que para qué toda esta comedia de la entrevista, si no hay más candidatos y, qué coñes, que se va a pasar la vida introduciendo facturas en una base de datos, es que mucho no puede aportar o innovar que digamos a no ser que la tecnología cambie y eso apunté levemente en la posterior reunión del tribunal.
Aunque siempre he sido políticamente correcto y siempre he hecho míos los versos de Propercio III, 4, 21-22 praeda sit haec illis, quorum meruere labores:/ me sat erit Sacra plaudere posse Via creo que con los años me voy a tomar la ventaja del desparpajo y voy a pasar a ser educadamente sincero... espero no rebasar la medida y convertirme en grotescamente grosero a lo Risto.
Otro día hablaré de las bailarinas de OT que me tienen loco o simplemente hablaré de las minifaldas cinturón en general... en el espejo, aparte de las arrugas, veo una ligera tonalidad verde.

lunes, 15 de junio de 2009

Tarde


Voy tarde, lo sé, y entono el mea culpa. La maldita burocracia de la que formo parte me come día a día, el tiempo se hace más breve para el otium y cuando lo hay en demasía se vuelve contra uno y se deja llevar por estas tardes calurosas que te llevan al paseo y el solazgo.
Me contradigo, lo sé, pero es que en esencia soy una contradicción, soy humano, hedonista y como le dije una vez a cierta amiga, soy fundamentalmente clandestino.

jueves, 7 de mayo de 2009

Un par de pollazos.




Madrid sigue como siempre, con su grandeza y su miseria, con su palacio y su chabola, con su altanería y su generosidad.
Establecido el campamento en el castizo Chamberí fui haciendo expediciones

Gocé de las croquetas y la merluza en Casa Manolo mientras en la mesa de al lado se oía la inconfundible voz de Manuel Alexandre que, con su asistenta, atacaba sin piedad el consomé y unas morcillas a pesar de sus 91 años. No sé qué tiene la calle Jovellanos para que en tan poco espacio uno encuentre dos sencillas e inigualables opciones gastronómicas, la otra es el Txoco de la Casa Vasca: arroz con setas, lomo adobado con pimientos del piquillo al más puro estilo de Zarautz, como los hacía el padre de un amigo que era, como tantos catalanes en décadas pasadas, comercial de una empresa de alimentación, aprendió la receta in situ, él mismo confiesa que hay un secreto en la fritura pero claro, como fiel seguidor de los agustinos que le educaron, no lo revela. Volviendo a lo que iba, que me pierdo en la prosa insulsa: restaurantes sencillos pero honrados, el precio se ajusta a la elaboración y gusto e incluso es generoso.
En otros lugares uno no duda de la calidad o el trato, lo que si duda es de la honradez al poner un precio u otro tan sólo porque nobles posaderas literarias han tomado café o achicoria en sus sillas. Ahora que lo pienso, recordando el sabor del café que me tomé y el precio que pagué por él, sí, cabe poner en duda también la calidad pero basta con no volver y asunto arreglado.

Para no perder la costumbre revisité el Guernika, me regalé con las fotos de Kappa y tan sólo comentar la magnifica ampliación de la parte posterior del Reina Sofía que yo aún no había visto.

Cual vaca suiza paseé por el Prado, también ampliado hacia los Jerónimos: no sé que tiene el Prado que me deprime, será tanta muerte pintada, eso sí la colección de estatuas clásicas (exposición temporal Entre Dioses y Hombres) era maravillosa, sobre todo las pequeñas piezas policromadas que dan fe de lo horteras que eran los romanos (sic Mayer dixit allá por los 90).

Como siempre me deleité en el Thyssen, aun hay tiempo para visitar La Sombra que parte de la fábula de Plinio el viejo. Impagable Rembrandt, Hombre sentado leyendo en la mesa de una habitación noble (el título es tan largo como majestuoso el cuadro) e impecable Spilliaert con La Noche.

Me entretuve una hora y poco más espiando la vida privada de Sorolla en su casa, me solacé en las sombras de su jardín, envidié sus fuentes y aquel remanso en la transitada Martínez Campos.

En cuanto a los pollazos a saber: un programa estilo España Directo, una presentadora y una colaboradora en el lugar del hecho, unas charlas (o algo parecido, no lo recuerdo) acerca del etiquetado de los productos alimenticios y como reclamo un par de pollos king size. La presentadora da paso a la noticia, la colaboradora con el par de pollos detrás, la conexión, la presentadora estalla ebria de pasión y le encasqueta la siguiente afirmación a la colaboradora:
“Vaya par de pollazos tienes ahí”
Creo que algún otro programa de tv ya recogió este hecho con el consiguiente cachondeo.
Madrid y abril combinan bien, abril y Madrid le sientan bien a uno, le sientan bien a cualquiera que tenga todavía un pedazo de alma.

jueves, 2 de abril de 2009

Piger sum


Estoy piger como el bilbilitano, llueve a cántaros y encima esta tarde tengo dentista que me quitará los puntos de la epicetomía de la semana pasada. Tener tanta bocaza como yo y estar cosido por dentro es una putadita más a añadir.

No cumpláis los 40 a no ser que sea del todo necesario.

Tiene sus ventajas como el hecho de que el cuerpo ya no está por tonterías y te pasa factura de 39 años de excesos y eso te obliga a pasar de 121 a 98 kilos en 13 meses y sigue restando porque la tensión arterial desbocada y el corazón (no poético) te lo piden a gritos desesperados con su taquicardia y arritmia que va del rockabilly a la bossa nova gracias a los benditos betabloqueantes, a los que no conviene imprudentemente mezclar con alcohol como haría el pobre inspector Flint.
Tiene sus ventajas, repito, porque uno se tiene que cuidar al fin.

Leo en el periódico que la demanda de aumentos de pecho ha bajado este año un 40% a causa de la crisis. Qué cosas, seguro que ahora podría pedir un aumento de miembro a mitad de precio pero ¿para qué? si total con los betabloqueantes uno pierde la libido así que como mucho pediría que me instalaran un automatismo alemán (analógico) o japonés (digital) como el irrepetible Sazatornil en Todos a la cárcel de Berlanga para la elevación de esa masa muscular inútil y deslubricada.

Vamos que hay días en que uno se siente como Pier Francesco Orsini y desea perderse en los jardines de Bomarzo con un transistor que viajara en el tiempo y le llevara a escuchar al bueno de Adolfo Castelo (ché con una l) en la Mitre en pleno corralito fusilando a la manga de chorros que nos malgobierna.
Pero pienso: mejor sentirse así que como Michael Douglas en Un día de Furia.

A más ver. El domingo me voy para los madriles y no vuelvo hasta el 14 así que felices pascuas donde las hubiere.

jueves, 19 de marzo de 2009

Decaigamos

Hablemos de miserables: sí, lamentablemente me voy a poner en plan Larra.
Muchas veces me pregunto, como un viejo cascarrabias, qué demonios está pasando con la educación, y no me refiero a la cultura básica que ya hace tiempo que amenaza ruina, sino al simple hecho de saber comportarse, al simple hecho de saber estar y moverse en la tribu que nos haya tocado por azar.
Recuerdo un poema de J.A. Goytisolo titulado Quiero todo esto y parafraseándolo yo también diría lo que quiero y lo que no quiero:
  • Quiero que me respondan cuando entro en un lugar y digo buenos días, buenas o un simple hola.
  • No quiero tener que ceder el paso a alguien que vaya por su izquierda en lugar de por su derecha (sin matices políticos) a no ser que se trate de una embarazada, una persona mayor o un niño que aun se encuentre en el bendito estado de inconsciencia de los 5 años.
  • No quiero que ningún imbécil se atreva a entrar antes de dejar salir.
  • No quiero que mis vecinos de arriba armen fiestas bailando el venao porque les sale de ahí y aunque jamás lo fui siento que acabaré siendo profundamente xenófobo.
  • Quiero que se prohíban los móviles con altavoz porque no tengo ninguna necesidad de escuchar tu maldito merengue (lo advertí antes, acabaré siendo lo que no era).
  • Quiero que me den las gracias cuando le explico a la tía de al lado en el gimnasio (por muy buena que esté) cómo funciona la cinta de correr.
  • No quiero tener que dar las gracias al cretino que me vende un billete de tren (o cualquier otra cosa) y ni saluda, ni mira, ni habla… sólo con esos pequeños detalles me conformaría y podría ser, al menos, un poco más feliz.
Y si leemos al buen bilbilitano Marcial nos daremos cuenta que todo esto, salva sea la tecnología, ya pasaba hace dos mil años.

Quiza simplemente debamos admitir que, nuevamente, somos decadentes.
Qué asco.

miércoles, 18 de marzo de 2009

Terapia

Tanto tiempo sin escribir provoca que el reto, que me impuse hace poco, se vuelva más arduo.
Resulta curioso.
Cuando uno va, como siempre, pensando en lo suyo, ya sea caminando por la calle, ya sea en el tren que le transporta al trabajo, parece que el ese sería justo el momento de verter sus ideas sobre el papel o la pantalla. En cambio, cuando uno se sienta ante la máquina que le esclaviza a plazo fijo durante 35 horas semanales por propia voluntad, es como si se agolparan todas sus ideas y la forma de expresarlas no tuviera solución en el camino que va desde la mente a los dedos.
Resulta inquietante.
Quizá sea la falta de práctica.
Quizá sea por fin el fin de la apatía que me arrastra a hacerlo y al final esto será una mala copia de El otoño en Pekín, absurdo pero con una cierta lógica.
En todo caso no es más que una terapia… o no.

lunes, 2 de marzo de 2009

De momento no.


Si soy yo el héroe de mi propia vida o si otro cualquiera me reemplazará, lo dirán estas páginas. Para dar comienzo a mi historia desde el principio, diré que nací (según me han dicho y yo lo creo) un viernes a las doce en punto de la noche. Y, cosa curiosa, el reloj empezó a sonar y yo a gritar simultáneamente.David Copperfield, Charles Dickens.

Qué estupenda manera de empezar a hablar de uno mismo, no se me ocurriría otra mejor aunque no me es aplicable, ya que nací casi dos siglos después, un lunes a las dos de la madrugada e ignoro si grité o simplemente lloré y no sé si sonaba el reloj al unísono, lo que sí es cierto es que llegue cual búho de madrugada.
Se ajustaría más a la realidad si parafrease al bueno de Salustio: nobili genere natus, fui parua vi et animi et corporis, et (sed) ingenio malo pravoque. Sobre todo pravo.
Ví la luz en las miasmas de los 60. Me crié en esa España kitsch de los 70 y fui repelente niño Vicente en un colegio nacional mixto (cágate lorito) e incluso llegué a ser líder de la manada durante un tiempo, con ortodoncia del maxilar superior, pies planos, miopía galopante y caspa.
Mi adolescencia pasó durante la gran ficción de los 80. Aprendiz de ebanista, barnizador a tiempo parcial según los antiguos cánones, locutor y técnico de radio, imitador a tiempo completo, guitarrista a tres cuerdas a mano tonta, pintor de sótanos a brocha gorda, estudiante enamorado de la “inaccesible que derrocha simpatía” y wertheriano por gilipollas.
La primera mitad de los 90 me aportó el sexo compartido que siempre es más gratificante, el desconsuelo, el odio y el rencor, la poesía por fin entendida, el conocimiento puramente hedonista, y un titulo oficial en lenguas pardas (Dutu shi Kisnapilin uatenuun). La segunda mitad de los 90 me trajo el desasosiego, la especialización inútil, el sibaritismo, el Mar del Norte, y al fin la estabilidad pecuniaria.
De estos últimos nueve años no hablaré.
De momento no.